Erase una vez un perrito llamado Blaky.
Tenía el pelo largo de color negro y brillante.
Era juguetón, alegre, siempre estaba jugando con su dueño, iban juntos a pasear, en casa Blaky siempre dormía a los píes de su amo. Vivían felices.
Cuando su dueño lo dejaba en casa para ir al trabajo, Blaky se quedaba triste, le esperaba impaciente. Cuando su dueño volvía, Blaky saltaba y saltaba de alegría.
- Una vez como tantas fueron a pasear juntos, Blaky jugaba, saltaba, no perdía de vista a su dueño un solo momento, siempre estaba pendiente de sus órdenes de su cariño.
En unos de esos paseos había muchos árboles cortados, las ramas esparcidas por el suelo, Blaky no se fijo y cayó sobre ellas con tan mala fortuna que se rompió una patita.
- Blaky se quedó muy triste, a pesar del dolor el perrito solo pensaba: "Ahora no podré correr, ni saltar y mi amo estará triste, será difícil caminar y jugar con él".
Su dueño, lo llevo al veterinario, pero las noticias que le dio no eran buenas, se había roto la patita, y no podía arreglársela, quizá lo único que se podía hacer era ponerle unas tablillas de madera para que así le fuese menos costoso caminar.
Su amo que lo quería mucho pensó:-
- El caminar así le producirá cansancio...
- El perrito aun con dificultad paseaba, caminaba, se sentía medianamente feliz.
Al principio le costó adaptarse a su patita de madera pero se sentía bien, volvió a jugar como siempre.
Pasado un tiempo, Blaky enfermó y murió.
Como el perrito había sido bueno, fue al cielo.
El cielo era de algodón, muy, muy suave, muy bonito. Blaky decía:- "Si me muevo y camino, estropearé el cielo con mi patita de madera", se quedó muy quieto.
Su amo lo encontraba a faltar, estaba triste, cuando llegaba a casa no estaba Blaky para recibirlo y jugar.
- Una noche su dueño miró al cielo, empezó a silbar y a llamarle: - Blaky, Blaky.
Blaky oía su voz, pero tenía miedo de estropear el cielo de algodón.
Su dueño volvió a silbar y a llamarle una y otra vez. El perrito quería que él supiera que estaba bien, que era feliz en el cielo de algodón; entonces empezó a saltar y correr de un lado a otro y: - ¿Sabéis que pasó...?-
Que con su patita de madera fue haciendo agujeros en el cielo de algodón y formó las estrellas.
Antes el cielo era oscuro, pero el perrito de la pata de madera había hecho que las estrellas que el formó, se convirtieran en ventanitas y desde allí se ven y se miran en esas noches tan bonitas, tan claras cuando el cielo tiene miles y miles de estrellas.
Desde entonces los dos son felices.
Su dueño cuando siente añoranza porque Blaky no está con él, mira al cielo, sabe que desde cualquier estrella convertida en ventanita se ven.
Así será hasta que un día estén juntos en ese cielo de algodón.
FIN
María Luisa.
viernes, 30 de mayo de 2008
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1 comentario:
Dedicado a todos los que aman a sus mascotas.
Muchos besos.
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